30/1/08

Proyecto cultural colectivo
Facultad de Bellas Artes
Universidad de La Laguna








Después de que Darwin diera el tiro de gracia a los dioses tras la última batalla, siguiendo al estratega Galileo, quedamos desombligados y perdidos en la inmensa diversidad. En la larga lucha por subsistir hemos pasado por una serie de etapas a cual más sorprendente. Hace ya tiempo que dejamos atrás las profundidades abisales para errar por el disputado escenario en el que nos movemos.

En esta larga carrera hemos sabido adaptarnos a todo tipo de circunstancias, incluso a las que limitan nuestra propia esencia. Pero ¿es el hombre quien construye su hábitat o éste le construye a él?

La ciudad, como nueva naturaleza, va continuamente metamorfoseándose en función de los imperantes modelos socioeconomicopolíticos. La capacidad de adaptación humana al medio se ha demostrado ilimitada, no obstante la velocidad de cambio y su engranaje en las nuevas estructuras parecen ir descompasadas en los últimos tiempos, donde el caparazón moderno ha de protegernos para resistir todo tipo de violaciones, hasta en lo más íntimo. Paraguas que funcionalmente debe también responder a los nuevos retos de defensa que se plantean con la persistente lluvia de mensajes que emite la maquinaria política y al amplio y trepanante abanico propagandístico de todo tipo.
abel herrera







Objetivos del proyecto

Hace sólo tres décadas el casco viejo de La Laguna era un activo centro comercial con un marcado carácter universitario. La ‘zoonificación’ arquitectónica ha especializado los espacios, articulándolos mediante vías rápidas que favorecen el uso del automóvil, segregando el campus universitario y las grandes superficies comerciales. En muy poco tiempo la calle ha pasado de ser el elemento catalizador del conjunto de las energías sociales a convertirse en un mero espacio de tránsito hacia lugares (o no-lugares) profesionalizados.

La Calle de La Carrera podría servir de metonimia de este cambio. A finales de los años setenta su incuestionable función aglutinadora comienza a verse cuestionada con la aparición del primer gran centro comercial de la ciudad, El Galaxia, que marcaría un imparable éxodo de las energías culturales hacia los modernos lugares de ocio periféricos y definiría un primer paso de la zoonificación de la ciudad.

En los últimos años, la peatonalización del centro ha marcado un punto de inflexión en esta tendencia. La saturación de las vías (cada vez menos) rápidas, la concienciación sobre los peligros el automóvil, el cambio de escala que provoca su expulsión del centro, el tranvía… parecen haberle devuelto protagonismo comercial al casco. Sin embargo, esta recuperación meramente ‘sectorial’ podría provocar la típica desertización centroeuropea del centro una vez acabado el horario comercial. Quizá sea por el creciente individualismo, el temor (real o inducido) a la calle, el encarecimiento del suelo urbano, las dificultades de la rehabilitación, la ‘digitalización’ de los juegos… el caso es que la tarde del cinco de enero la calles de La Laguna estaban llenas de consumidores, pero la mañana del seis ya no se veía a los chiquillos mostrando sus juguetes nuevos.

El presente proyecto pretende reflexionar y hacer reflexionar sobre estas cuestiones y sobre la capacidad de adaptación humana a las situaciones cambiantes en el medio en el que desarrolla su actividad diaria. Pretende 'dar que pensar' sobre la casuística que se genera entorno a estos inevitables reajustes que ponen al sujeto en íntima lucha con su hábitat.

Para iniciar el juego metafórico se coloca en un plato de la balanza a la recién peatonalizada Laguna, en contraposición a La Laguna de los años sesenta-setenta, donde día tras día el cierre al tráfico de la calle de la Carrera, a partir de la puesta del sol, propiciaba todo tipo de encuentros vespertinos de forma natural y espontánea.






Hipótesis de trabajo

Es evidente que el paso del tiempo en el “sitio” se ve reflejado en las maneras de comportamiento, en el medio envolvente, en su arquitectura, en el paisaje.

Los lugares registran los usos y las costumbres, pero también los inducen. El análisis de una calle, su evolución en materia urbanística y sociocultural, el modo en que ha trasformado y se ha visto trasformada por ella, puede servir para comprender nuestro modo de vida y las formas de trasformarlo.

La propuesta quiere trasladar al espacio público el debate, haciendo que éste interactúe como fuente discursiva. Se propone la tarea detectivesca de poner en relación estos planteamientos que nos pre-ocupan, con la finalidad de comprender nuestra propia realidad.

No basta con asépticos estudios profesionales, la calle la hacen sus habitantes y la modifica la conciencia y expectativas que estos tengan de su papel, por eso queremos plantear un debate a pie de calle, bajando el nivel de las discusiones urbanísticas hasta llegar al mismo sustrato de la memoria colectiva.



Elementos de debate

¿Qué es y cómo se conserva el patrimonio urbano?
  • con la “recuperación” de modelos del recuerdo ¿nos protegemos de nuestra propia historia?

  • la autoprotección natural ante situaciones cambiantes ¿bloquea cualquier análisis crítico de la realidad cotidiana?

  • ¿qué es lo que hace que se vea como solución correctamente aceptada la re-creación de escenarios historicistas, mobiliario urbano añejado, rescate costumbrista y disfraces de otras épocas?

  • ¿supone este recurso a la historia re-construida de lugares, una defensa o adaptación humana a las nuevas ciudades que van adquiriendo últimamente el cariz de incipientes no-lugares?

  • ¿se puede recuperar el fetiche y el aura perdida de antaño cuando se ha perdido la naturalidad para ganar lo impostado?

  • en definitiva ¿sería saludable remedar la ciudad universitaria y los viejos escenarios laguneros?
¿Es el consumo el único aglutinador social en las sociedades postcapitalistas?

  • ¿puede considerarse como natural la posible vuelta desde las grandes superficies a los pasajes comerciales desnaturalizados?

  • ¿se humanizan realmente éstos volviéndolos a sacar a la calle?

  • ¿es reversible la nueva cultura de masas generada entorno a los grandes centros comerciales?

  • ¿qué consecuencias para el individuo entrañan estos reajustes?
¿Qué significa una calle?

  • la crisis del espacio público y su reflejo en el espacio urbano.

  • ¿es recuperable lo público para los ciudadanos?

  • ¿es vivible el nuevo Plan Especial de Protección de la Laguna?

  • ¿cuales son las verdaderas consecuencias de la fragmentación y dispersión de la ciudad universitaria?

  • el sujeto y la ¿sostenibilidad? de las nuevas transformaciones.



Mecánica del proyecto

El proyecto se articula entorno a las líneas discursivas anteriores que ponen en relación las cuestiones domésticas que vinculan al sujeto con la ciudad donde vive, trabaja, estudia.

Se desarrolla en tres ámbitos que pretenden complementarse:

Jornadas de debate
Se prevé el desarrollo de tres jornadas que versarán sobre las tres cuestiones esenciales descritas: “Todo lo público se desvanece en el aire” la privatización de los ámbitos de relación; Recuperación de modelos del recuerdo; Zoonificación estructurante de la ciudad.
Se plantean bajo el esquema de charlas-coloquio con formato de mesa redonda.
Se prevé la participación de un mínimo de nueve ponentes y tres moderadores.

Lugar: se cuenta con el apoyo de las salas del Ateneo y la Caixa (Ayuntamiento de La Laguna).

"Operación Potemkin", muestra colectiva artístico-detectivesca
Planteado el problema en un espacio virtual (blog) se solicita a la gente que haga de detective de su espacio fotografiando aquellos aspectos en los que crea que los asuntos a tratar se materializan. Las fotos se muestran en una exposición y servirán para ilustrar el debate.

Objetivos: Hacer participativa la cultura, corresponsabilizar en la concienciación del valor de los espacios, disponer de material para los debates.

Lugar: se cuenta con el apoyo de las salas del Ateneo y La Caixa (Ayuntamiento de La Laguna).

Escapararte
Exposición de obra realizada ex profeso para ser expuesta en los escaparates de la zona pública -calle de La Carrera y Plaza de La Catedral- con la colaboración de los comerciantes.

Objetivos: Llevar el arte a pie de calle, concienciar sobre el papel expositivo del escaparate como catalizador del deseo. Servir de reclamo para el resto de las actividades.

Lugar: además de los escaparates también se piensa en la propia calle y el apoyo de las salas del Ateneo y La Caixa, donde tendrán cabida las obras (pintura, acciones, instalaciones, etc.) que encajen en la temática del proyecto.

Se prevé la participación de un mínimo de doce artistas.




Planificación


Duración

Se contempla la duración total de diez dias para la exposición, en cuyo período se irán intercalando las charlas y las diferentes acciones que se plantean realizar en el espacio público.

La exposición se plantea entre los días 6 al 15 de junio-08 inclusive, intercalando las charlas los días 9 al 11 del mismo mes.

Localización

Un tramo de la calle de la Carrera -entre la sala de la Caixa y la Plaza de la Catedral-; la propia Plaza de la Catedral, la sala de La Caixa y las del Ateneo de La Laguna.


4 comentarios:

samuel dijo...

El primer elemento de debate, "¿Qué es y cómo se conserva el patrimonio urbano?", podría admitir un punto más a analizar: La importancia de los nuevos mecenas en los productos urbanos recientes.
El mecenazgo ha recaído en la actualidad en la Administración y en las grandes empresas y corporaciones.
En el primer caso, la fobia a la pérdida de la poltrona obliga a los políticos que se han apoderado de la Administración a ofrecer al pueblo respuestas fáciles y cómodas a los problemas que la ciudad plantea cada día. Lo fácil y cómodo es copiar, no proyectar, no arriesgar, no pensar: apoyarse en lo sancionado por la historia y por la costumbre y no avanzar. Para esta labor se prestan "profesionales de la arquitectura", a veces de linaje y apellidos tan rancios como los originales que imitan, quienes, temerosos de Dios, no dudan en prostituir su oficio.
En el segundo caso, el mecenas no suele inmiscuirse en las labores del profesional, surgiendo así los pocos elementos estructurantes de la trama urbana que introducen aire fresco en el paisaje de nuestras ciudades y pueblos: un paso, un signo de avance que nos indica que la ciudad no está muerta.

Tomás Perera Medina dijo...

La Laguna y su conversión en parque temático. ¿Estamos destruyendo su historia?

Previamente, debo decir que el punto de vista que al respecto se podrá inferir del que ha escrito estas líneas, constituye una mera opinión de un hijo de esta tierra, algo curioso y preocupado por todos los procesos y cambios que acontecen en su territorio.

Lo cierto es que se ha puesto sobre el tapete un tema bastante controvertido y defendible desde varias ópticas; tanto desde aquellas que ven el fenómeno de las “obras Potenkin” como un paradigma de lo grotesco, prosaico u ordinario, hasta otras posturas, generalmente más populistas, que abogan por la aceptación de este modelo ficticio y alegórico imperante que invade la arquitectura de muchos lugares de nuestras islas, donde priman los sentimientos, los recuerdos y nostalgias de tiempos pretéritos, asociando la belleza con lo retro, con lo prístino y, en muchas ocasiones, asumiendo el concepto que cualquier tiempo pasado fue mejor y, por extensión, infiriendo el silogismo que cualquier estilo pasado (arquitectónico y de las artes en general) es mejor. El por qué se infravalora la vanguardia estética, las nuevas formas de construir, es algo que no concibo, acaso no tiene el mismo interés una fachada barroca que una obra de Gaudí, o de Gropius, van der Rohe o de la escuela de la Bauhaus en general, por citar un estilo característico del siglo XX. ¿Es la diferencia temporal lo que marca el valor patrimonial entre una fábrica y otra?.

Este gusto por lo pasado es un hecho digno de estudio sociológico, y extrapolable a otros muchos aspectos de la vida, como ocurre con los productos de consumo. Un buen ejemplo lo tenemos en los últimos modelos de coches de corte retro y que tanta aceptación tienen en el mercado (véanse las nuevas versiones de mini, escarabajo o Fiat Seiscento). En cierto modo, creo que vivimos en una sociedad con gustos reaccionarios, algo aprensiva a los cambios, a las revoluciones, y eso va en detrimento de la propia evolución natural de nuestra sociedad.

Hecha esta digresión y entrando en la materia en cuestión, debemos partir que la ciudad de San Cristóbal de La Laguna cuenta con una especificidad que, en mi opinión, la condiciona sobremanera a la hora de intervenir sobre el espacio urbano. Me refiero, concretamente, el haber sido nombrada en 1999 “Patrimonio de la Humanidad”, hecho que se justificó sobre los pilares de su arquetípico trazado, preludio del aplicado con posterioridad a las ciudades coloniales de Sudamérica en el siglo XVI, y su riqueza arquitectónica.

A partir de este hito, se creó una obsesión por “vender”, por promocionar La Laguna como paradigma de la arquitectura colonial, hecho que se ha convertido, a mi juicio, en una perversión que obvia otros valores añadidos de la ciudad, algunos de los cuáles siempre han formado parte consustancial de ésta, amen de otros que han ido forjándose en épocas más recientes. Actualmente, de La Laguna “ciudad colonial” sólo queda parte de su trazado y algunos grupos de fachadas, en el mejor de los casos algunos edificios puntuales que aun conservan la totalidad de sus elementos y no sólo la fachada original, generalmente coincidiendo con los ejemplos más suntuosos, desapareciendo las fábricas “más humildes”, no pertenecientes a “solemnes” apellidos o las órdenes religiosas o militares, aunque este criterio elitista de conservar el patrimonio es un mal endémico que afecta a toda la Comunidad Autónoma.

Respecto a los males que afectan al patrimonio arquitectónico lagunero, citaría los siguientes:
1) Las numerosas intervenciones “recientes” de supuesta “restauración” que padecen muchos inmuebles protegidos en los cuales se ha consentido el vaciado y la redistribución de espacios del inmueble primigenio, pasando éste a ser “otra cosa” del siglo XXI parapetada tras una vieja fachada de los siglos XVI, XVII o XVIII. ¿De qué sirve un continente sin su correspondiente “contenido”?.

2) Por otro lado, como antes he mencionado, la ciudad de La Laguna no ha quedado exenta de esa concepción elitista que siempre ha existido de nuestro patrimonio y que tanto daño a nuestro legado cultural. De este modo, La Laguna ha visto como han ido desapareciendo numerosos inmuebles de su trama primigenia por carecer de la solemnidad de los edificios religiosos o señoriales, en el mejor de los casos, con suerte conservándose algunas fachadas relictas de la reconstrucción de numerosos edificios.

La promoción turística y la imagen que ha sido transmitida a los ciudadanos, identifican y ponen a La Laguna a la altura de un parque temático; a veces da la impresión, por la imagen idealizada de otros tiempos, que La Laguna debe quedarse anquilosada en el siglo XVIII, que debe ser una ciudad por la que no ha de pasar el tiempo, conservándose a modo de una pequeña Pompeya canaria, aunque sólo sea a través de estrategias “potenkizadas”, recurriéndose la mayoría de las veces a un “lifting” urbano que se resume en el pintado de fachadas con vivos colores, uso de mobiliario retro a imitación de los decimonónicos o dieciochescos, pavimentación imitando los viejos empedrados, etc.

Creo firmemente que en La Laguna ha de “vender” su pasado como principal rasgo de identidad urbana, algo digno de contemplar y un reclamo de primer orden para el visitante, pero no de una manera fundamentalista, aquí el fin no justifica los medios y ciertas “soluciones estéticas” en cierto modo contribuyen a “potenkizarla”, en definitiva a desvirtuarla. La ciudad tiene los suficientes valores añadidos como para dejarla evolucionar de forma natural, incluyendo también su arquitectura, sin traumas, como otras grandes ciudades canarias, ya que su idiosincrasia se mantiene y mantendrá viva, simplemente bastará con conservar su actual patrimonio sin necesidad de recurrir a artificios añadidos o poner cortapisas a los nuevos estilos artísticos de nuestra época.

Otras ciudades canarias, si bien padecieron pérdidas patrimoniales muy significativas, sí afrontaron, en su momento, esos cambios sin grandes traumas o nostalgias atávicas (v.g. Santa Cruz que en el último siglo ha visto la desaparición de elementos señeros como el barrio primigenio de El Cabo, o el histórico Castillo de San Cristóbal, a comienzos de 1930). Esta “revolución” en el modo de construir la ciudad ha permitido que en las grandes capitales canarias, Santa Cruz y Las Palmas, el visitante pueda tener experiencias más ricas a la hora de interpretar la evolución histórica de la ciudad, recrearse con los diferentes estilos que han imperado con el paso del tiempo, contemplar las características de sus “ensanches” conforme la ciudades han ido creciendo en población. Hoy día, recorriendo las calles y barrios de estas ciudades encontraremos un crisol de estilos arquitectónicos que resumen sus cinco siglos de historia, ejemplos que van desde el gótico tardío, renacentisto, barroco, neoclásico, arquitectura popular canaria, y la rica gama de estilos propios del siglo XX, neocanario, racionalista, eclecticismo, etc., a los que hay que unir la arquitectura de vanguardia que se estila hoy en día en muchos edificios y espacio públicos. En definitiva se puede afirmar que, en líneas generales (siempre existen matices o excepciones que confirman la regla) estas ciudades han consolidado un continente con un rico y variado contenido.

Termino esta disertación haciendo un llamamiento a todos los responsables de velar por nuestro patrimonio construido, que aprecien y salvaguarden juiciosamente el patrimonio, y no sólo los inmuebles más monumentales, como una muestra representativa de nuestro pasado, pero, a su vez, valorar las nuevas aportaciones como un enriquecimiento del mismo, sin vetar todo lo moderno, no se debe poner frenos a la evolución artística.


Tomás Perera Medina

Anónimo dijo...

A veces las fachadas reforzadas para su ‘potemkinización’ me hacen pensar en la poca confianza que tenemos en nosotros mismos. Hemos visto catalogar trozos de paramentos que imagino que podría mejorar cualquier estudiante de primero de arquitectura. Pero lo cierto es que no hace falta ir a Cabo Llanos –con una arquitectura que no sólo ha hecho buena a Ofra sino que nos ha hecho sentir nostalgia por los tanques de la refinería- para justificar el conservadurismo: un paseo por la vega nos aportará un impresionante catálogo de horteradas que justifican lo de ‘virgencita que me quede como estoy’ o como estaba antes de que se inventara la ETS de arquitectura.

Francisco Hernández dijo...

He visto los blogs, pues yo de Potemkin sólo conocía la película de Eisenstein, Acorazado Potemkin, me parece interesante la idea de analizar la "simbiosis" entre la sociedad y el medio, en este caso urbano. Desde el bachillerato me cautivó la obra de Frank Lloyd Wright y su concepto de la arquitectura. Aquí han tenido oportunidades de hacer cosas interesantes, desde el punto de vista arquitectónico y a lo más que han llegado, como algo emblemático,es al auditorio de Santa Cruz.
Un cordial saludo.